Dentro de los nuevos perfiles profesionales, el que trabaja a la pieza, como freenlace, es cada vez más común. Es un tipo de profesional que hace de todo, que se documenta, que previamente elige la noticia que podría ser de calado, que le da un sesgo o tratamiento, y que, una vez confeccionada la información, compite para colocarla en el mercado, incluso en varias empresas, con el fin de ganarse la vida con más o menos fortuna.
Está claro que si no vende noticias, o si éstas tienen poco atractivo, gana poco o nada, y así no se puede vivir de la profesión. Por lo tanto, la motivación y la preparación de este tipo de profesionales, como se señala certeramente por parte de este colectivo, son mayores.
Hay que trabajar mucho más la noticia, buscando lo que le gusta cubrir específicamente a cada medio, adecuando el discurso y su plasmación a los principios editoriales de cada empresa. Lo importante es “vender”. Nadie duda de la deontología de estos profesionales, pero obviamente están sometidos a más presión que aquellos otros que laboran por cuenta ajena.
Existen muchas investigaciones universitarias sobre el periodista todoterreno, que identifican a menudo con el “freenlancer”, en función de los diversos soportes. Hacen, estos análisis, especiales referencias a los derechos de autor, a menudo conculcados, y tienen en cuenta la deficiente formación para gestar este tipo de profesionales que se oferta desde las Facultades de Comunicación.
La remuneración, fluctuante, y la enorme precariedad de estos periodistas, hacen que sea una parte de la profesión muy débil, si bien sigue adelante por su pundonor, por su coraje, por su devoción al oficio y por tratarse de personas de una “pasta especial”, dispuestas a grandes dosis de sacrificio. Estemos con estos compañeros y compañeras, con sus vicisitudes, con sus problemas, y busquemos, entre todos, soluciones rápidas y eficaces.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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