lunes, 14 de noviembre de 2011

Jugar a aprender

Respiremos para tomar ese aire que falta cuando todo falta. Asumamos las intenciones con un bagaje incierto y tendamos a una transformación que deje cabezas y sentimientos en el mismo ámbito.

Nos hemos de poner en marcha cada día, sin perder la perspectiva, procurando que salgan adelante los empeños más lustrosos, ésos que vienen con la firma de los que nos aman, de los que son buenas gentes, y no se empeñan, precisamente, en seguir el decurso de filosofías escritas siglos atrás.

Es difícil construir, pero hemos de hacer el esfuerzo sin mirar lo que se queda en el camino. Los trechos hay que andarlos: no caminemos sin dar con las claves y con aquellos regalos intelectuales del día a día, que puede ser diáfano u oscuro en función de las opciones que seamos capaces de generar.

No tardemos más de lo necesario. Demos vueltas, pero sin caer en la tentación de no afrontar los problemas por lo que éstos suponen. Cultivemos esos campos que nos regala el destino en forma de amistades, de libros, de suerte, de vida, de sintonía, de prestaciones simbólicas, sencillas y hasta milagrosas...

Las nubes son testigos de lo efímero en un mundo en transformación desde todos los estados posibles, navegando sin rumbo, puede que con él, de día y de noche, con separaciones, con soles y lunas, con gustos y con rechazos, con altivez y con sollozos, con deseos y temores, con lo tangible y lo intangible. Juguemos con ellas a aprender.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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