Reforcemos los espacios con atmósferas de adecuada salubridad. No parecemos en las imprecisiones de quienes vuelven con los deseos de una paz que ha de asumir los trabajos con unas serenidades infinitas.
Cabalguemos en la búsqueda de esa tormenta que vamos a superar porque tenemos la convicción y la razón de nuestro lado. Es cuestión de tiempo, y podemos esperar. No nos fuguemos por falta de valor. Hay, o habrá, garantías suficientes.
Intentemos dar con las prioridades que nos permiten recoger las mieles convenientes pero sin éxito. Nos hemos de mostrar con porcentajes de laboratorios que nos despiertan ante los ruidos de esos días que suenan a calcados de los anteriores.
La poesía es un arte, como vivir, como expresar quiénes somos con la suficiente determinación como para reconocernos a nosotros mismos. Hemos escuchado numerosas llamadas, y apenas hemos constatado quiénes son los que nos importan, pues andan camuflados con hechos e ideas, incluso en modo inverso a lo que sería construir una sociedad en la diversidad gloriosa. No siempre vemos las maneras.
Suena la música cada día, y, por nosotros mismos, hemos de saber lo que nos indica, o lo que omite. Nos hemos de convencer, desde la comunicación, de las bondades del entendimiento, que, sin duda, puede utilizar versos y melodías muy dispares, hasta las más rutinarias. Veamos, comuniquemos, y algo creeremos.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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