Nos hemos de dar esos picos de interés que nos deben premiar con sus maestrías y toques excepcionales. Nos debemos esos alimentos que superan el movimiento y hasta el aire por el que queremos movernos. No señalemos en vano. Todo estará donde deba con una profundidad que moverá lo mejor y hasta lo más lindo. Nos equilibraremos con palabras bien colocadas.
Nos hemos de arrimar a la vida para conocer lo que nos sucede, para dar con las consecuencias de un amor que ha de fermentar con los sonidos de los más óptimos deseos. Acudamos a esos instantes de pura palabra, de pasión empedernida. Nos hemos de proponer unas ansias de creencias en nuestras posibilidades, que han de estar alimentadas por los más estimulantes elementos.
Las autoridades se han de ejercer con parsimonia, esquivando los torpedeos de etapas que no siempre comprendemos. Hemos de apuntar al conocimiento para que no se escapen las más queridas ideas. Nos debemos al mundo que nos sorprende con sus voluntades más subrayadas.
Todo irá por donde deba, con registros intencionados, con sus claridades sin faltas, con sus tomas de colores y matices. No desilusionemos a los cuerpos y a las mentes que todo nos pueden dar en un estío que complementará al invierno. El viaje es aprovechable.
Perfilemos los inicios y los finales, y los procesos intermedios, sin perturbar la paz de quienes andan detrás de una misión que, por ser, siempre es posible. La vida es fantástica, incluso cuando es real.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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