Recibimos planos con deseos, con pensamientos, con ideas, con resoluciones, y adelantamos un poco la mirada para que no se escape nada de cuanto tenga algo de sentido. Nos hemos de proponer ansias de libertad en un estado de gran pureza. No fallemos en los momentos fundamentales. Hemos de procurar darnos una amistad de cierta profundidad. El decoro no puede fallar. No debe.
Consolidemos el afán de la amistad con un tono mágico. No faltemos a los planos de lo lindo, de lo estimulante, de lo que nos puede dar una propina que nos insista con sus deferencias y bondades. Nos debemos enseñar a optimizar los tiempos.
No caigamos en citas estériles. Podemos avanzar a buen ritmo. No obstante, lo importante es seguir sin pausa. Intentemos que la felicidad sea la referencia a tener en cuenta.
Nos hemos de otorgar el beneficio con la más hermosa duda. No podemos quedarnos atrás. No es posible. No debemos prevenir ante unos gozos que nos acechan sin un rastro de sombras entendibles. Nos hemos de localizar con ese sostén que nos saque de la abulia y el conformismo.
Plastifiquemos esas zonas que únicamente nos otorgan vacilaciones con refuerzos que no vemos en la intensidad de la noche. Nos hemos de eternizar con ciertas garantías. Vayamos cada día hasta donde sea menester. No paremos ni al principio ni al final.
Todo está pendiente de decidir. Hemos de tener agallas para que, aunque fracasemos, siempre nos quede un soplo de esperanza para intentarlo de nuevo. Siempre hay otra vez.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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