martes, 28 de agosto de 2012

Recordando a una gran actriz


Aurora Bautista se nos ha marchado,
pero nos deja su brillo artístico

El ánimo está afligido, roto por el destino inexorable al que todos nos enfrentamos. El deseo es que sea tras una vida plena, como es el caso al que nos referimos. La vida humana tiene enormes contingencias, entre las que descuella el hecho de la muerte, que genera, como decía el poeta, “un mar de ausencias”. Cuando esto sucede, es bueno hacer balance, lo que contribuye a que no desaparezcamos del todo.

La actriz Aurora Bautista se nos ha ido. Fue una de las artistas más descollantes durante varias décadas en la escena española. Este verano está siendo especialmente duro en ausencias, y ésta se suma a la marcha de una serie de personajes con los que crecí, con los que nos hicimos adultos, lo cual me deja con un mal sabor de boca, así como con una sensación de hastío y de soledad que no sé cómo se pueden superar.

Su periplo estuvo lleno de vitalidad. Tenía, ahora, 86 años (ya sabemos que el concepto tiempo es lo que es, una manera de contar la vida), pero yo la recuerdo lozana, con su voz clara y su mirada limpia en esa Isabel La Católica que protagonizó a finales de los años 60 para TVE y la televisión pública italiana, la RAI. Eran unos años en los que se llevaban mucho las coproducciones, con excelentes resultados. El personaje estelar lo era de otra serie magnífica “Cristóbal Colón”.  Estos capítulos llenos de ternura y de historia marcaron toda una época, como la actriz que recordamos. Hay obras, como esta serie, que sobreviven a los años. Es el caso, pues tenía solera, maestría y sensibilidad a raudales.

Creo que no es fácil pensar en una artista que bordara sus personajes con más arrojo y autenticidad que ella. Fue la imagen de un tipo de mujer fuerte, inteligente, con ganas de aprender y dispuesta a superar cualquier obstáculo. Ella era así, y en sus interpretaciones aparecieron, de distinta forma, las huellas de estos caracteres y sentimientos.

Hizo lo mejor que sabía hacer, que era actuar en la escena teatral y cinematográfica española, y brilló con los mejores. Hay cientos de pruebas, a través de sus diversos papeles, de ello. En las últimas décadas estuvo con Paco Rabal, con Ana Belén, con Imanol Arias, con Esperanza Roy. Fue en “Divinas Palabras”, del dramaturgo  Don Ramón María del Valle Inclán.  El acopio del saber de toda una vida se mostró con una fuerza imparable. Los personajes que fue interpretando fueron cogiendo de ella el sabor del paso de los años en el mejor de los sentidos. La simbiosis entre sus representaciones y la persona misma fue perfecta. Antes actuó con actores como Alberto Sordi o Fernando Rey, de quien siempre dijo tener un extraordinario recuerdo. Fueron grandes amigos. En todo momento hemos escuchado hablar a los actores y actrices españoles muy bien de Aurora Bautista, a quien sus padres pusieron con acierto no solo su herencia genética, sino también un bello nombre que lució tanto como su forma de ser. Rezumaba bondad. Recordemos por un segundo la expresividad de sus ojos.

Fama mundial

Destacó en teatro, dentro y fuera de nuestras fronteras. También fue sublime en los diversos papeles que interpretó en el cine, un arte en el que siempre se mostró muy cómoda y muy auténtica, con un estilo tan personal como cercano. La televisión fue decisiva en su vida, pues le convirtió en una actriz muy popular y conocida. Creo, a tenor de quienes le conocieron, que supo ver las opciones de los nuevos medios de comunicación en todo instante. Su brillo y su estela nunca se disiparon.

Las principales productoras y los más relevantes directores pujaron por contar con sus dotes artísticas. Un tándem excepcional lo hizo con el director Juan Antonio Bardem. Una de sus últimas películas fue “Adiós con el corazón” (de calificación excelente, pues es un filme lleno de genialidad), en el año 2000, un título casi premonitorio de lo que ahora sentimos con su marcha. Nos queda, no obstante, la tranquilidad de saber que los grandes talentos no mueren. Siempre estarán sus obras, sus complacientes recuerdos, y, en este caso, su saber estar como persona, pues fue, ante todo, una gran señora, adaptada a sus tiempos, y, asimismo, moderna, pendiente de un eterno aprendizaje en todos y cada uno de sus días de vida. La existencia humana es, esencialmente, un perpetuo conocer, con el corazón a la escucha que en su día dicen que tuvo el Rey Salomón. Aurora fue, sin duda, una reina en muchos aspectos.

Podemos ver en ella, aún hoy en día, el formidable elenco de artistas que se forjaron en España en los años 50 y 60. Sin apenas medios, fueron capaces de coger el testigo de los mejores, y aprendieron, y se perfeccionaron, y dieron al público una renovada época dorada en el teatro y en cine.

Afortunadamente ha podido disfrutar de numerosos homenajes y ha recibido a lo largo de su carrera multitud de premios. Es natural, pues a su técnica escénica unía una extraordinaria naturalidad. Tuvo conexiones con toda la geografía española y con muchos países latinoamericanos. Igualmente, hemos de recordar que tuvo vínculos con la Región de Murcia, pues pasó su infancia en Archena. Confiamos en que pronto se te haga un gran homenaje, o muchos, que rememoren una parte de cuanto fuiste, y serás.

Constantemente recordaremos su suficiencia y su buen hacer, así como ese hermoso físico que no se empañó con el transcurrir de los años. Hasta siempre, Aurora, Aurora Bautista. Tu brillo estelar permanecerá entre nosotros. Tuvimos la suerte de disfrutar de tu trabajo, y por ello la gratitud será eterna.

Juan TOMÁS FRUTOS. 

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