Sancho Gracia marcó una
época del cine español
CURRO CABALGARÁ POR
SIEMPRE
Nos llega una
noticia que hiela en un verano que nos regala más calor que nunca. Nuestro
querido Sancho Gracia, uno de los actores más queridos del cine y la televisión
en España, ha muerto, entregado finalmente a las garras del cáncer de pulmón
con el que ha convivido en los últimos años.
Se cruza la
fatal noticia con la reposición en TVE, por la Dos, de su mítica serie, Curro Jiménez,
que dirigió Mario Camus. Veo tan altivo y extrovertido, tan del pueblo, a Curro
que lo confundo con Sancho, como siempre vi a Sancho Gracia como una
prolongación de Curro Jiménez, “un desfacedor de entuertos”, con sus sempiternos
amigos: el Estudiante, el Algarrobo y el Gitano.
Sancho Gracia,
por vida, por trabajo, es un hombre hecho a sí mismo en las dos orillas del
Océano Atlántico. El premio que le dio la Asociación de Críticos de Nueva York
en 2003 por su meritoria intervención en la película mejicana “El crimen del
padre Amaro” es prueba del talento demostrado hasta los últimos años y del
reconocimiento que ha tenido en lo que ha sido uno de sus grandes amores, su
profesión.
También ha
sabido cosechar amigos, que le echarán de menos por ese carácter afable y
cercano, que a todos los españoles llegó a través de las películas de acción,
de aventuras, de las comedias y de los “spaghetti-westerns” que, como pocos,
supo protagonizar.
Su sonrisa era
única, como su voz, como sus ademanes, como esa mirada que era tan encendida
como nostálgica. Deja un palmarés soberbio, con unos recuerdos imborrables. Supo
endulzarnos las vidas durante muchas décadas, y, sin duda, verle en cualquier
situación cotidiana era asumirlo como de la familia.
Siempre
decimos, aunque suene a tópico, cuando se marcha alguien de su reputación y
prestigio, que se ha ido uno de los grandes. Yo prefiero pensar, cuando lo veo
por la Dos, que Curro Jiménez, que Sancho Gracia, cabalga de nuevo, y, en esta
ocasión, seguro, lo hará por siempre.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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