domingo, 15 de mayo de 2011

La noche que aguarda

Ganemos, perdamos, seamos nosotros en este nuevo duelo que es desafío con muchos besos. Somos serenos y pacíficos.

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Nos hemos congratulado por la experiencia que nos prefiere como somos, quizá un poco más, puede que un poco menos.

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Nos hemos atribulado pensando que las cosas han de salir por el mismo lado, y no siempre debe ser así.

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Consigamos otras caricias, que serán las mismas de siempre, pero con otro tono. Nos hemos alentado.

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No pensemos en el futuro sin tener la cara del presente. Nos debemos querer como somos. Las vidas se encuentran, las amigas, las que se quieren.

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No hemos averiguado las consecuencias de unas amistades que nos proponen querer y más. Ya veremos el más.

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Nos sentimos preñados de fe. Con ella llegaremos donde sea menester. No pensemos en negativo.

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Nos alentamos para que las experiencias sean ese grado con el que conformar las paciencias.

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Nos hemos sentido únicos. Lo somos en la tardía espera. Confiamos en cuanto somos. Prestemos todas las atenciones que nos sean posibles.

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Supliquemos los elementos de amistades que han de ser todo lo profundas que podamos. Las indicaciones nos llevan con unas verificaciones cargadas de puras promesas.

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Nos esforzamos por estar en ese tramo que nos reduce las consecuencias de una soledad que nos llegó de sopetón.

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No miremos las claridades de otros. Nos hemos de querer con franqueza, tal y como somos. Nos hemos mirado bien.

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Las diversiones de otras conclusiones nos han de ofertar las preferencias de unos deseos siderales.

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No cuajemos lo que no puede ser. Hemos adivinado las prestaciones con las que creceremos por siempre.

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Los entretenimientos nos brindan pasiones con las que avisar de lo que nos contiene con frascos de paciencias.

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No mires donde nada se puede ver. Ahogamos penas con prestaciones de pensamientos que nos insisten con todo el amor de antes.

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Nos debemos los unos a los otros con unos resúmenes de roces que nos convierten en eternos.

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Hoy me dirijo a ti, duende, un poco mío, yo también un poco tuyo, y te digo que dónde está esa noche que aguarda durante años.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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