Vigilemos la vida con más vida, y seamos en la sensatez de un amor que nos ha de tocar con aficiones hermosas.
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No figuremos donde las cuestiones nos son con un hechizo que nos puede ganar.
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Las valentías se convierten en valores de razones autóctonas.
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Nos hemos de elegir con unas vertientes de noches y de lunas que nos aclaran qué hacer.
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Nos hemos impuesto una razón que son dos, que son las que son.
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Nos hemos de proponer unas secuencias que nos definen las consecuencias más nobles.
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No pregonemos las experiencias de quienes nos incluyen en un amor de puras eternidades.
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Nos hacemos fracasar con unas gracias que nos disponen con sus toques maestros.
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Nos hemos de invitar a aleteos que nos responden con sus normas más cuestionables.
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No pongamos casos que no son. Las virtudes nos atienden.
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Las prestaciones de pura periodicidad nos incluyen en los apasionamientos más definibles.
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Las cosas son. Las sombras nos llenan de más dudas.
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No pongamos casos que nos pueden hacer vivir con una eternidad de presunciones apacibles.
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Nos volcamos en caminos de experiencias que nos han de quitar las nubes de los ojos. Somos con otras destrezas.
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Pensemos en ese umbral que es batalla. No hemos salido tan bien como pensamos.
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Nos figuramos espacios donde somos en la noche. Las cuestiones nos olvidan, sobre todo cuando no son esenciales. Ése puede ser un modo de detectarlas.
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Nos hemos figurado expresiones de purezas y lentitudes.
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Las consecuencias nos han de servir desde el mismo inicio de los tiempos.
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No pensemos en quedarnos fuera. Los esfuerzos han de ser añadidos.
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No separemos los elementos básicos de los que no lo son. Las versiones nos permitirán empleos a fondo.
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Hablemos de lo que es. Las virtudes nos unirán. Las conclusiones también.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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