Que me dejen en paz
Está ahí,
y no lo reconozco.
Me duele.
Es mi amor,
que vuela,
aunque inerte.
Es mi cuerpo,
aunque roto.
Es mi ilusión,
ahuyentada por la pena,
descalza, en harapos,
mutilada, sin poder ver.
Y está ahí,
sí, aunque no lo parece,
entre fragmentos
sin día ni noche.
El tiempo ha parado,
y ya nada ocurre,
ya no para mí,
pues nada tiene sentido,
aunque otros cuentan
historias con conocimientos
y severas apreciaciones
que me tocan de cerca,
pero que no hago mías.
Todo está ahí,
todo lo que era importante,
y los que vienen
a contarlo y recontarlo,
no lo ven,
no como yo.
¡Que me dejen en paz
con mi luto!
Juan TOMÁS FRUTOS.
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