Restauramos, a menudo, sí, las emociones con unos gustos que nos preñan de pensamientos con los que confabularnos hasta dar con el destierro de lo que no entendemos. Hemos sido en esa noria que nos alcanza con afectos que nos destacan un poco más acerca de nosotros mismos. Hemos asistido a pensamientos que hoy serán lo que tengan que ser.
Nos hablamos con una diferencia que nos atiende con una amistad que procura un deseo que hemos de convertir en dos y en algo más. Nos hemos de proponer sumar más que restar bajo el imperio de una ley que nos ha de asaltar con dudas metódicas. Es posible que no demos en el clavo, pero tampoco es cuestión de quedarnos atrás. Hemos servido como partes de unas empresas que nos prefieren con una actitud de miradas vencidas.
No simulemos afectos. Seamos reales y leales con nosotros mismos. No fijemos aspectos que no sean tales y aspiremos a logros que nos han de entender de la mejor manera posible. Nos comprendemos, o debemos, desde el prisma de las consideraciones más nobles. No nos quedemos cercenados por el destino, y hagamos caso a nuestro interior, que ha de vivir en primer término y en primera persona cuanto tiene un sentido sencillo y esperemos que nada fugaz.
Los aciertos de cada etapa nos han de postular destellos de luces con los que comunicar con las versiones más hermosas. No hagamos que lo difícil se estrelle contra esos muros que hemos de superar para que las visiones sean divertidas y queridas, para que no nos introduzcan en el mundo de la sospecha que nos determina sin que salgamos airosamente.
La existencia nos oferta cansadas miradas, y con ellas hemos de solventar las carencias que nos dejan a la intemperie. Hemos sellado pactos con los que determinar las escuelas que nos hacen daño sin que veamos lo que nos sucede verdaderamente. No supongamos un sí sabiendo que hay un no por destacar, por destapar, por descubrir. La existencia es todo, más, un sí con un no. Lo perfecto no se da, o, si ocurre, es excepcionalmente. Aligeremos, pero sin pensar en el corto plazo. La vida es un regalo comunicativo.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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