jueves, 29 de diciembre de 2011

Como si descubriéramos un nuevo mundo

Resaltemos y resolvamos los pronósticos con reformas nítidas hasta que demos con la magia de algunas ventajas y añadidos a nuestras vidas, que han de manifestar la voluntad de la esperanza, de existir, de poder caminar sin salpicarnos de lo inútil y con aquello que nos detiene para nada, en balde.

Bonifiquemos las acciones que consideramos buenas, y seamos más que sensatos ante las premuras que otros nos imprimen. No dejemos que nos ganen la partida aquellos que no tienen nada que contar. Relatemos los mejores esfuerzos, propios y ajenos, como ejemplo de cuanto nos queremos.

Contemos desde esos lados que nos prefieren sin que pongamos en tela de juicio cada caso. Hemos de aclarar los conceptos, básicos o no, para no andar siempre reseteando nuestros ordenadores mentales, que no han de agonizar por cualquier cosa. Nos hemos de querer como somos, sin poner en cuestión cada caso.

La vida son posibilidades ingentes, no sólo para nosotros, sino para el conjunto de la sociedad, de las comunidades de vecinos donde nos encontremos. No tenemos más derechos que los demás (tampoco menos), y con esa actitud hemos de viajar.

Debemos postularnos ante aquellos que nos suman, que nos pueden enseñar desde su intención y experiencia. Nos hemos de apoyar en ellos sin exigencias, sin hacer miramientos que demanden más allá de lo que somos capaces de interpretar en ese plazo cercano, en esa distancia que sabemos analizar sin caer en los tópicos, que ocasionan un tremendo daño.

No nos dejemos abrazar por el hastío y la negligencia y emprendamos cada día como si fuera el primero, como si estuviéramos descubriendo un nuevo mundo, que, sin duda, es así, si así nos lo proponemos.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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