lunes, 26 de diciembre de 2011

Un punto y medio de contento

No nos atribulemos en exceso. Hagamos caso a lo que nos dicta el corazón con los resortes que sean precisos para avanzar desde un desarrollo que podamos considerar integral. No basculemos. Recuperemos sentidos, direcciones y procuremos el equilibrio que nos puede dar la paz existencial.

No rompamos enseres que nos pueden ser útiles. Los caminos han de saborearse en toda su extensión, de principio a fin, desde lo accesorio a lo fundamental, platicando sobre cuanto acontece y acerca de lo que hallemos conforme vayamos transitando por las diversidades vitales.

Acechemos por todos los rincones para estar pendientes de los cambios, de las mutaciones de lo cotidiano, que van lentamente, convirtiendo la realidad repetida en algo que vemos pero que no advertimos en su plenitud, lo cual puede ser un problema.

Salgamos de esos cánones que nos venden unos estancamientos en los que no podemos ni debemos creer. Hemos de asumir que podemos salir con esa misión que nos debe dar las razones más objetivas. Hemos de resurgir cuando vengan los problemas o los inevitables golpes o caídas. La vida tiene puntos de toda índole. Los vectores de influencia son muchos, y de todos hemos de aprender.

Hemos de pasar página intentando aprovechar lo que sea bueno y dejando atrás y con perspectiva lo que nos hizo daño o nos retrasó. La fortaleza viene de todas las cosas que nos ocurren. Lo importante es que tengamos paciencia y ganas de laborar. Aceptemos el devenir diario y tengamos coraje para saldar cuentas en positivo, sin procurar perjuicios, siempre innecesarios, y dando pasos que nos lleven a un punto y medio de contento. De este modo, nos vendrá más, mucho más, bueno...

Juan TOMÁS FRUTOS.

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