Imaginemos esos ideales puestos en la más tierna realidad. Situemos las apariencias en sus justas medidas, para que sean algo, algo más, para que sean. Existamos con empatías y preferencias que nos conduzcan por vericuetos no extraños. Hemos de apuntar todo lo alto que podamos, para que podamos.
Reaccionemos ante lo que nos viene con un valor, que no precio, y sorprendamos a quienes nos hallamos en los diversos tramos de la vida. Florezcamos con emociones, con sinceridades, con esa misión que nos hace vivir lo posible, lo gustoso, lo grandilocuente, lo que podría ser favor entre movimientos de gozo total.
Nos hemos de subir a ese grado que es la memoria. Conjuntemos y conjuguemos las expresividades de quienes nos enseñan con sus coherencias, con sus bondades, con las versiones más humanas de la naturaleza de las cosas, que aplican cuentos que hemos de dibujar en el presente y en el futuro.
Todo tiene mucho que cobijar. Sintamos las bases con una fragua que acuñe las divisas de una amistad que mantendremos eternamente, más allá de lo conocido, en otras dimensiones vitales o espirituales. No consintamos que el miedo nos agarre las sienes y el corazón y motivemos cualquier iniciativa con ese afán de superación de la derrota.
Impongámonos la obligación de continuar con la seriedad y el rigor que nos sean suficientes para abordar el camino con juegos sin malabares. Hemos de romper las dinámicas que nos dejan bloqueados en un universo que ha despertar y refrescarse constantemente. Nos hemos de olvidar de los errores y entrar en la realidad con dosis de fantasías realizables. Debemos formarnos, entretenernos y confiar en los demás y en nuestras posibilidades.
Juan TOMÁS FRUTOS.
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1 comentario:
Bueno...suelo confiar en los demás con ojos cerrados y en mis propias posibilidades, pero estoy convencida que me han mantado las fantasias.
Señalemos los buenos motivos. Es hermosa esta frase..me la llevo conmigo un rato.
La vida es una fiesta, artículo que me da pie a otro motivo...alegria.
Besos.
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