viernes, 27 de junio de 2008

Reflexión sobre ti

Me dicen mis “allegados” y conocidos, supongo que con buen criterio, que últimamente estoy más contento, más en paz conmigo mismo, más en la onda ante las circunstancias o motivaciones que nos trae la vida diaria. Seguramente tienen razón. Hay alguna amiga que empieza a saber más de mí que yo. No me preocupa porque me quiere, y lo sé; y, fundamentalmente, entiendo que me querrá en el futuro porque me tolera más de lo aceptable o razonable. La suya es una eterna invitación a estar bien, o incluso a mejorar en actitud y aptitud. Te siento, aunque no lo creas, como una parte de mí. He tenido mucha suerte. Por ello, porque experimento esa fortuna y esa dicha, escribo, te escribo, frases como las siguientes. ¡Va por ti, corazón!: Tú eres la cifra económica, lo más alto, el océano, el estilo, la vida, las formas que se repiten con el rango principal. Me prometes coincidencias, y te creo porque desmantelas los saludos fríos y los haces cálidos. He interiorizado un plan que recupera la autoridad perdida. Intervengo en un lugar destacado que forma el carácter. Triplicas los frentes en un asunto amoroso que tiene fines loables y medios para conseguirlos. Estás en mi primer destino. No caben más imprevistos que el aumento del amor, que acerca la seguridad en una existencia fina invitada a una composición con verdades y planteamientos afirmados en un rascacielos de azul. Titulo con arqueos de modelos que presides en tiempos gloriosos. Me dispongo con los efectivos que tengo, que ya controlas, que dominas. Resido en tu corazón, y tengo que reconocer que estoy cómodo. Platico y me conforto en la “aldea” que has creado, más fuerte ahora que una gran ciudad. Te estimo, amiga. He tenido una suerte tan inmensa como el mar de conocerte y de saborearte como el helado en verano. Haces de todo una tarea fácil, y eso es un premio diario. Gracias por tu ejemplo sanador y gratuito, por esa voluntad que me ayuda a ser yo mismo.

No hay comentarios: