miércoles, 8 de agosto de 2012

Crecimiento espiritual

Recetemos los pronósticos que hemos de convertir en realidad. No vaguemos por esos lares que nos insisten con refuerzos que no aprovechamos. Deberíamos dar con las teclas que nos sanan, que nos salvan de manera total.

Hemos de mirar hacia el mismo lugar, con el planteamiento de lo común, que nos ha de alegrar en los movimientos más encendidos. Nos queremos, y ese sentimiento ha de ser parte de la solución a la soledad. Dialoguemos, hablemos, narremos las experiencias que nos consolidan como porción del deseo que hemos de llevar a la máxima expresión.

Hemos de mandarnos a ese sitio de preferentes entendimientos que nos han de regalar instantes apasionados que expliquen hacia dónde movernos un día y otro. No seamos puntillosos con el destino, pero tampoco mostremos negligencia con lo importante. Nos debemos entrega absoluta a los quehaceres más lindos. Hermosear significa arriesgar un poco.

Debemos subrayar esas aplicaciones que nos colocan donde debemos. Hemos de ser magnánimos con quienes nos rodean. Amemos buscando la virtud de conocernos, de ser entre los demás. Todos podemos si nos ponemos manos a la obra cuando toca.

Demos la bienvenida a cada día con razones que nos encumbren a esos lares de intenciones gemelas. Podemos asumir unas posibilidades que nos humanicen, si moderamos los papeles, si pensamos en los vecinos, y si somos equilibrados en el correr cotidiano. Nos hemos de dar asistencias constantes buscando como prioridad el crecimiento espiritual.

Juan TOMÁS FRUTOS.

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