miércoles, 18 de junio de 2008

Adelante

La decisión está tomada. Hoy me entrego a ti como el cordero a su verdugo, como el amante a su figuración, como el padre a sus criaturas, como la Luna al Sol, como el color a la sonrisa, como la túnica al cuerpo, como la sensación al motivo, como el efecto a su causa, como el principio al fin, como el todo y la nada conjuntamente… No brindaré más dudas. El amor ha surtido su efecto más o menos inmediato, y ahora surco el mar embravecido para llegar hasta tu mirada de profundas caricias y de tonos azules. Has abierto el tarro de las esencias y me perfumo con tu olor, con tus toques, con tus enseñanzas, con tus susurros nocturnos que me recuerdan lo que soy. La impresión no admite dudas, hoy casi no. ¡Te siento tan cerca! Amo lo que implicas, lo que supones, lo que me das sin requiebros, con melosidad, con armonía, con equilibrio, con gratuidad. Semejas una Diosa venida con el mayor de los tesoros hasta un corazón que siempre tiembla cuando hay que tomar una decisión de futuro. Sin embargo, hoy el temor se ha disipado. Te expreso mi querencia con tanta profusión y con una claridad de ideales que cualquier piedra en el camino será pulverizada sin dejar ni rastro. La fortaleza, en esta ocasión, está de parte de nuestras manos, que se cogen con la bravura de un toro en plena faena. No hay desgaste posible, no en estos segundos para el recuerdo. Borro todos los poros que surgieron tiempo atrás, y planteo una existencia que dignifica al ser humano, expuesto a demasiadas locuras negativas. Hoy vamos en sentido contrario. Estamos, sí, más que nunca. Hemos aterrizado con ganas en una planicie que devora los malos augurios y nos otorga la felicidad del compromiso. He despertado de mi letargo, y estoy dispuesto a disfrutar de lo que poseo, dejando de lado todo lo que no place, todo lo que no imprime un valor añadido. Soy yo mismo, y te lo debo a ti, que me apartas la rabia contenida y me devuelves paralelamente un juego de ganancias serenas. Observo tus movimientos, leo tus pensamientos, recorro el espíritu que rodea tu ser y tus actos, y entiendo que ha llegado nuestra hora. Te digo que sí con los ojos, y sé que lo entiendes. La determinación está asumida, y ahora toca caminar. Vamos adelante.

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