miércoles, 18 de junio de 2008

Distraído

Hoy estoy distraído. Sé que no le importa a nadie, pero me apetece confesarlo. He mirado el jardín que tengo junto al trabajo y me he quedado como un “memo” admirando el juego de los niños, el “correteo” de los más grandes, la simpatía de sus madres, el gozo de los más jóvenes, la pasión de la vida, el canto de los pájaros, el ruido constante de los coches, que rompen el ritmo… Es como si el cuerpo y la mente se aliaran durante unos instantes de plenitud y se alzaran contra el devenir ilógico de las cosas, un destino que se repite más y más. Es pura existencia todo lo que experimento: sencilla, claro, pero existencia, una perfecta y equilibrada vida. No es malo sentirse en algunos momentos como abstraído, como metido en otra habitación, como encantado en el doble sentido por cuanto sucede en la calle, que es mucho y bueno, si sabemos mirar con el corazón. Las sensaciones, podríamos decir, son como si fueran otras, aun siendo las mismas. Sin que sepamos el porqué hay ocasiones en que advertimos otras fuentes, leemos entre líneas, tocamos el fondo que nunca hemos visto, aunque siempre ha estado ahí. La senda con todo su paisaje se contempla de otro modo. Así son las cosas, y así las cuento yo hoy. En esta jornada siento que la energía fluye en un sentido inverso: de dentro afuera, o, quizá, del exterior al interior. El caso es que notamos “el motor de la carrera”, y percibimos que es posible la “dicha” frente a la tristeza y al desdén de cada día. Hoy, repito, es distinto. Un golpe, en este caso sin carácter terrible, me ha permitido, a Dios gracias, caer en la cuenta de otro horario, de otros dones, de otras asunciones, de otras competencias, de otros encuentros, de otros sabores, de otros colores… Hay millones de garantías en la vida para tocar lo perfecto, y hoy me permito otearlo. Tengo para mí que éste es el gran hallazgo de los últimos tiempos: el vivir desde la sencillez dando, otorgando, solidarizándonos con los demás. El deporte es nuestro cuando llegamos a esta sensación, que es la suprema fantasía. El amor lo llena todo en este escenario sin planes. Me llamo a mí mismo, y veo a todos. Aún así, me siento muy distraído.

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