miércoles, 25 de junio de 2008

Entuertos

Me pongo a llorar ante la “hipoteca” que me regalas. Ahuyentas. Tu compromiso con el mundo ha sido de puro hastío, de una apariencia corta y frágil. Has extendido tus alas para alargar una debilidad que no se puede fortificar en modo alguno. No has sido capaz de curar un catarro que no ha alisado las desavenencias. Las nutriciones no han disciplinado la línea, que ya no tiene cuidado por lo que sucede. Te proclamas rebelde con una causa, la tuya, la que tú misma has provocado. No has decorado tu sequedad, que te ha irritado y colmado de dolor. No has facilitado una caricia, una devolución, un retorno a lo que deseábamos cuando teníamos un resquicio de raciocinio. La tormenta ha podido en la pugna, que ha torpedeado la cuenta. No hemos velado, y lo rancio ha campeado por unos fueros triunfadores. Las hazañas se han convertido en militancias que todo lo estropean. Nos hemos vuelto oscuros por intransigencias que han liberado el camino del mal. La desolación nos ha convertido en inequívocamente pesimistas. Nos hemos azogado. Todo el campo está entre cortinas de humo. Las bestias crecidas prosiguen un camino lleno de espinas y con veneno de serpiente. Gritamos de dolor. Los consentimientos han roto los dedos, las manos y los pies. Hemos escrito sobre una apatía que presiente y nos insiste con malicias y recreos. Nos hemos adosado a una garganta insípida que emprende la vereda del silencio y de la sombra. No volveremos a vernos. Las piedras se han generado por un reguero de pólvora que explota. Pensamos que valíamos algo, que éramos mejores, y ahora no hay alivio que nos sirva en esta ausencia con presentimientos consumados. “Andamos de entuerto en entuerto”, me indico.

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