martes, 17 de junio de 2008

Ilusión

Ilusión: bendita palabra. Hoy creo en ella, preciso hacerlo, lo hago. Durante unos instantes no voy a renunciar a la esperanza, a la posición de ventaja, que, cuando queremos, la tenemos de manera indudable. Amo, estimo sin rodeos, en esta jornada sí. No voy a permitir durante este trueque dorado que nada se transforme en algo negativo. No voy a tolerar ni la indiferencia. Hay que disfrutar en silencio, moviéndonos, hablando, como sea menester. El día es magnífico. El sol de la infancia de Machado, con el cielo azul incluido, me ha permitido crecer como la levadura en la Nochebuena. Soy creyente, sí, por el tiempo que sea, pero sí, y miro al ser humano como la mayor bendición del gran Dios, que nos quiere de verdad. A veces, somos nosotros quienes no le vemos a él. No siempre entendemos a través de la razón, pues ésta no es sabia en cualquier contexto. Afirma Paulo Coelho, en “El Alquimista”, que, cuando nos proponemos de verdad algo, “toda la Naturaleza se alía con nosotros para hacerlo realidad”. Así lo pienso yo también. Ésta es, precisamente, la postura que en justicia estoy tomando, sobre todo por mí, por los que conviven a mi lado, porque sí, vaya. Con esta determinación es más fácil respirar, pasear, mirar y observar de verdad, vivir en paz, y, ante todo, transmitir calma y dicha. Las complejidades vienen de otro lado, como sabemos, aunque no siempre reconozcamos. No solo se vive de emoción y de ilusión, evidentemente. Nadie duda de que hagan falta muchas cosas, muchos ingredientes, mucha salsa, un poco de azúcar y, a menudo, bastante sal. Es posible que el secreto para ser feliz consista básicamente en serlo, y basta. La suprema sapiencia se alcanza con una cercanía sencilla en las relaciones y con un trabajar desde la justicia, sin mirar lo que hace el de al lado. En muchas ocasiones, nuestros males vienen de la envidia y de las habladurías que, en principio, no nos deberían importar. Así ha de ser. Hoy es un hermoso día, y estoy dispuesto a que siga con esta catadura y, más que nada, a que no sea una excepción. Hoy vivo con mucha ilusión. Espero que vosotros también.

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