Pura salud

Me encanta saber de ti. Lo reconozco. Solicito clemencia, aunque me lo impide mi contrato con el universo. Soy “benévolo” con todo el mundo excepto conmigo mismo. Me distraigo en la esperanza que recorre la apatía de unos y de otros. No sé qué pasa, qué me pasa. Me embrujas con tu destreza, con tu valentía que, simplemente, me hace funcionar. Eres poder, sentido, una montaña que impide perder. Paso de un sistema a otro con centinelas al sur y al norte. El espesor me lleva con un registro que alivia el sistema central. Me tomas en tu palma. Tú tienes tu papel, y yo el mío. Me expongo a una hipoteca que me ofrece la Luna con su oculta cara. Necesito más de ti, de tu amor, de tu compasión, de esa ruta que contrata sin papeles. Me tienes aquí para divisar la primera y la última entrega de una colección de emociones que nos encienden con razones que nos acercan a la punta de un “iceberg”. Me siento rentable con tu cuidado. Estoy en la red que tú suministras. Me otorgas una magia que marca una época que nunca olvidaré. Eres ese juguete, en el mejor sentido, que no querré borrar de mi memoria. No pararé. Me ganas, y me pierdo, y soy entre las telas de una cama que no toco. Digo amén. Todo llega, todo se cifra, todo es en el momento y en el espacio por definir. La prontitud y la tradición nos remozan y nos embriagan, y nos salvan con creencias que existen. Llamamos. No redondeo el placer. Me siento un niño con zapatos nuevos, con un helado en la boca, con el tiempo a mi favor. Descargo una tarde y una mañana, y me selecciono con el zumo de una naranja recién exprimida. Estoy bien, y me aliento, y respiro con los efectos de un Sol concentrado. Me acentúas una luminosidad que me envuelve con el descaro de una libertad. Me enumeras con un manuscrito que me toca en el centro de atención. Me cambio hacia ti, por ti, con más, con un cuidado que modifica para ser lo que tú esperas. Destierro el pesar, y disfruto mucho con tu fuerza y con tu habilidad. Eres, desde la resistencia, “pura salud”.