Respiremos un poco

No comprendo. Dedico la vida a la voluntad de otros, y lo normal se queda con la mofa por nada. Echamos un vistazo. Devolvemos. Las conveniencias nos ocultan con normas de todo tipo. Pensamos en una mentira rota por una tarde que no está. Conculcamos la pasión con intereses ajenos que nos olvidan en el trance final. No comunicamos. Llamamos. No estamos para pedir, ni para recibir, ni para decir que la boca de otros es nuestra. Las miradas nos ocultan la pasión. No contemplamos la servidumbre por los intereses que nos alcanzan con un trabajo no bien hecho. Sumamos y nos damos una idea que nos recorre el alma con un vencimiento no periódico. Somos, y somos nada. Inclinamos la balanza con un fiel que mueve motivos no calculados. No estamos para nada, ni para ser nosotros mismos. Lo general nos lleva a lo específico. Las impertinencias nos insuflan una moral que nos envía con el paso cambiado. Nos percatamos de una situación un poco estéril. Hemos sido invitados por un enemigo que nos espera con la guadaña. No detectamos. Las apetencias del destino nos insultan con sus apatías variadas. No estamos en el encanto de las cosas. Repetimos el volumen del escándalo y nos proponemos una comprensión que nos arrumba hacia el sitio sin desarrollo. Los objetivos nos repercuten con altivas formas poco académicas. No estamos bien. Los contenidos exactos nos imprimen un carácter, un buen carácter, una determinante con altura de miras. Hemos ocultado el itinerario y sus sombras, y nos impacientamos en el banco del jardín. No entiendo, después de tanta generosidad, por qué estoy aquí tan solo. Releo el libro de la historia particular y encuentro unos huecos que acallan las posturas ocurrentes de los que vienen para no dar el son de la paz que no mira y no otorga. Hemos comprendido que es mejor ser, y somos entre preferencias que no distinguen el bien del mal. Nos tomamos una copa, y nos reímos con la solución irreal e imposible. Ya no es. Respiremos un poco y recuperemos las fuerzas.