viernes, 20 de junio de 2008
Un modelo de convivencia
Una de las grandes personas que he conocido en los últimos tiempos, que me ha dado su mano, su experiencia y su cariño de gran amiga, me ha introducido, igualmente, en su grupo con rapidez y plenitud. Se trata de un compendio de chicas en su mayoría que se encuentran muy próximas las unas a las otras y que se arropan tanto que sorprende que hoy en día queden amistades tan profundas. Son, realmente, maravillosas. Proliferan en sus gestos, en sus ademanes espirituales, en sus preocupaciones comunes, en sus proyectos, en sus estudios de sí mismas, en sus facilidades existenciales. Cada una es como es, magnífica individualmente, pero en su conjunto ganan como el buen vino, cimentando garantías ante posibles emergencias, que siempre surgen. Mejora día a día la perspectiva que tengo de ellas. A veces me gustaría colaborar más en sus actividades, esto es, integrarme un poco más, pero se ve que no es, circunstancialmente, posible, en todo caso por una carencia o por una falta de actitud mía mucho más positiva. Sinceramente, me sigo sorprendiendo con sus filias, con sus entregas mutuas, con sus disposiciones, con los apoyos que se generan y se crecen en cuanto hay cualquier problema. Las alertas, cuando es el supuesto, saltan espontáneamente, y todo se soluciona casi sin que se advierta. Parece increíble que la gente sea tan estupenda. No hay debilidad en estas personas, en estas amigas, pues juntas superan cualquier trance. Son capaces de todo y lo saben: tienen una gran capacidad de organización y unas actitudes superadoras de las nefastas eventualidades, que inevitablemente de vez en cuando se dan. Cada una conoce su papel, y lo lleva hasta las más óptimas y beneficiosas consecuencias. Se miran y se entienden: comienzan y terminan, finalizan e inician de nuevo sus caminos. Se reciclan de manera permanente en torno a una energía que es salud a borbotones. Ellas, más que muchas otras y otros, se pueden denominar amigas, porque lo son de verdad. Puede que alguna vez surjan vacilaciones, pero no son grandes dudas. Su talante como damas está por encima de todo. Su celo por defenderse hace que sobrelleven cualquier anomalía, que es rara y escasa. Ganan para sí mismas y para aquellos y aquellas que se integran o se acercan a su grupo. Son un equipo, con tono, con pasos bien dados. La selección natural les llevó a estar juntas, y han devuelto la bendición a Dios con unas respuestas de amor que se multiplican como el agua del mar. Son un ejemplo, aunque no siempre sean conscientes de ello, y espero que lo sigan siendo. Intentaré estar cerca para contemplarlo y deleitarme con sus lances geniales que culminan con cariño. Agradezco que me dejen estar ahí.
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