martes, 17 de junio de 2008

VÍCTIMA DE UNA DEPRESIÓN

La vida es increíble, un paseo lleno experiencias en lo que sería, o podría ser, una enorme e inmensa aventura. Es todo un periplo colmado de situaciones y de anécdotas que nos llevan a la perplejidad, a la duda, y, a menudo, al cansancio puro y duro. Me explico con un ejemplo: leo en un periódico que la Reina de Inglaterra, Isabel II, se siente sola. Dice el rotativo que está triste y deprimida, que tiene miedo a morir y que ha perdido la confianza en sí misma. Con 76 años de edad a sus espaldas, sin duda se trata de un auténtico drama. Es evidente que cuando uno ve a la madre del "niño grande" con tanta fragilidad, con esa emoción a flor de piel, con esa agonía infernal, uno no puede evitar el sentir un poco de lástima. Cuando repasamos su patrimonio, una de las mayores fortunas del mundo, es como para sentir pena, pena de que no exista un cierto reparto de la riqueza en este planeta nuestro. Alguien pensará que estoy en contra de los ricos. Para el que tenga vacilaciones resaltaré que creo en el Capitalismo con moderación, con bienestar social por delante. Como decía Cantinflas, no es que yo quiera que no haya ricos, lo que deseo es que no haya pobres. No es lo mismo, ¿verdad? En el momento en que cualquiera hace cuentas, y ve que existen treinta guerras declaradas, amén de los numerosos conflictos más o menos latentes, y que millones de niños mueren de hambre, y que las enfermedades se extienden sin piedad a pesar de multitud de avances científicos, y que la desigualdad impera para el beneficio de unos pocos..., se advierte que la Reina mentada no puede estar más que desesperada por este valle de lágrimas que le ha tocado vivir... tan de cerca. Sí, supongo que, superadas las necesidades primarias, como afirman los psicólogos, tan bien superadas, tiene esta Reina que buscarse algún problema, y, claro, lo halla. Yo, sin embargo, leo la Prensa, y prefiero preocuparme por la salud del cantaor Antonio Cortés Pantoja, "Chiquetete", ingresado en la Unidad Coronaria del Servicio de Cardiología del Hospital Virgen Macarena de Sevilla. Tras un infarto, me reconforta conocer que se recupera satisfactoriamente. Asimismo, prefiero estar más pendiente del consumo de drogas en la escuela y del millón y medio de españoles que se ponen como una cuba consumiendo más alcohol del adecuado para sus cuerpos mortales. Es cierto, además de evidente, que no soy rey, y no sé lo que piensa un rey, y que no tengo referencias de problemas grandes en mi entorno y universo cercano, pero doy gracias a la Providencia cada día por lo poco o lo mucho que tengo, según se mire. Entre los enseres, elementos y cosas más valiosas se hallan unos cuantos amigos, que, unidos a mi familia, me hacen sentirme muy gozoso y afortunado. A lo mejor la Reina, la Gran Reina, no posee esto, y por eso está triste...

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