lunes, 23 de junio de 2008

Abandona tu superficialidad

Mantienes una postura demasiado “autosuficiente”. Así no puede ser. Te acercas solo por puro deseo, por interés manifiesto, buscando el error de otros, para superar y vencer. No colaboras con precisión y “preciosismo”. Las consecuencias de tus actos te llevan, y me llevan, por un camino de amargura incorporada. No me tienes en tu agenda preferida, y los que están sólo buscan el calor de tu almohada. No caes en la cuenta, no lees entre líneas, y la vida, más pronto que tarde, te pasará su factura. Eres un fruto prohibido, que decía aquella canción de los años 70; y, cuando se te come, arruinas al atrevido. Perjudicas la imagen y los anhelos de los que viven tras de ti. No tengo argumentos para quererte. Lo hago, y punto, y así estoy yo, medio entristecido, perdido, ausente, ahuyentado y sin humor para una protesta. Me has disfrazado de anciano antes de tiempo. No tengo las iniciativas de hace unos años. Me he gastado tratando de conservar lo que “a priori” era imposible. Me excuso ante mis amigos, que me ven sufrir, que ven el mal paso que doy, que estoy dando, y no pueden hacer nada. Prefiero correr un velo oscuro, y no mirar al otro lado. No estoy ni bien ni mal. Me puede esa indiferencia, esa ambigüedad que no ejerce un papel. Vivo en un borrador que me bloquea y no deja “restos” para poder salir adelante. He perdido demasiado peso, y no tengo fondo para seguir sin poder de decisión. “Amiga”, te has dirigido hacia unas metas centrales que te han apartado de las gentes que te aman. Te mantienes a mi costa, basándote incluso en los que te estiman. Ratificas la distancia, y haces padecer con controversias y sin definiciones. Tu liderazgo me aplasta y me impide el respirar. Se acabaron los ideales. Has plasmado tus orientaciones de una manera irreversible. Estás inquieta, porque sabes que te equivocas. Tocas poder, y no “relativizas” las cosas. No eres capaz de converger serenamente. Te imploro una mejoría, un arbitraje, y no cedes. Constituyes un muro infranqueable, y no valen las reformas. Me impides participar en tu vida. Solo añades problemas y despropósitos. Me has acorralado con un “fraude”. Incumples demasiadas promesas, y no parece que exista alternativa. En fin, seguiré siendo impreciso, y guardaré silencio. Atentas contra la dignidad humana, y pagarás por ello. Aún así, te deseo lo mejor: tienes dones que ocultas. Espero que los potencies a tiempo y que abandones esa superficialidad.

No hay comentarios: