miércoles, 18 de junio de 2008
Abrumado
La última semana ha sido intensa en sensaciones, en la generación de altos sentimientos sobre la cercanía de lo humano. He descubierto a nuevos amigos, desconocidos por el momento, pero grandes amigos, a tenor de su alma generosa y cordial. Me siento satisfecho por este encuentro, por este descubrimiento, por este llegar a un nuevo “puerto”, lleno de dulzura, miel y agua, unos elementos que rebosan en estas páginas virtuales. Tengo que confesar que comencé con levedad, tímidamente, con sensaciones ligeras, y me he ido engarzando en esta sección, a la que echaré de menos cuando no esté en ella. Uno se apega a las cosas: reconozco que soy como el personaje de la película “Los últimos guerreros”, que no tiene ninguna apetencia por dejar atrás el pasado, tan lleno de personas queridas, de recuerdos, de buenos momentos. Supongo que soy un nostálgico incorregible. No tengo ningún rubor en reconocer que me enamoro pronto de las cosas que tengo alrededor. Me entusiasmo con ellas hasta límites que aún me siguen sorprendiendo. Es evidente que “cargo las pilas” con las nuevas experiencias, que, lejos de ser un pesado equipaje, son el empuje que toda persona necesita para tirar hacia delante. Actualmente, me siento apegado a este menester, a este pequeño oficio de escribir unas líneas más o menos ventajosas dirigidas a unos lectores que ya comienzo a reconocer, y por lo cual me siento muy satisfecho. La Providencia, siempre con espíritu femenino y fecundo, es muy generosa conmigo, un pobre mortal que aspira a conocer un poco la interioridad de la existencia, tan compleja y tan preñada de matices. Ciertamente, ha sido abundante, una vez más, en su provisión, y me ha otorgado la gracia plena de conocer anónimamente a otras personas con las que, sin saberlo, conectas en pensamientos, análisis, criterios, deseos, estados de ánimo… En el fondo, amigos y amigas, somos tan iguales, tan parecidos, tan semejantes. No me gusta para nada el tono de aquellos que se creen absolutamente autosuficientes, como si el mundo atronador no fuera con ellos. Se equivocan, y lo advierten en los recurrentes estados de soledad. En fin, queridos y queridas, que me siento muy orgulloso y contento por vuestra simpatía y atención; y, sobre todo, estoy muy abrumado. Debéis saberlo. Seguimos en contacto.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario