miércoles, 18 de junio de 2008
A ti, que tanto necesitamos
Sé que estás sola, que lo estabas, que sigues, que te encuentras inmersa en un mar de dudas. No eres capaz de pensar por ti misma. Te golpean los recuerdos, las frases mal interpretadas, las secuencias de una existencia venida a menos, si es que alguna vez, te preguntas, estuvo bien, en un punto aceptable. Ahora te ves sola, más sola que nunca. Tal vez lo estuviste antes, pero ahora, verdaderamente, eres consciente de ello. La maldición de millones de dioses ha caído sobre tu sombra, que ha huido también y te ha dejado a los pies de los caballos a velocidad vertiginosa. Los lamentos surgen y resurgen, y parece que no acaban las noches, que se convierten en días de trasiego y de dolor. Te sientes superada por las circunstancias, que quizá son las mismas, pero que hieren más que antes, más que nunca. Has tomado la prenda de tu soledad, la has mirado cara a cara, y, aunque pensabas ganar la partida, te ha sorprendido y te ha llevado a la más profunda sima. El vértigo te domina. No eres la mujer fuerte de ese trabajo hostigante que superas día a día. Estás preparada para todo, para usar todas las armas del mundo, pero, en cuanto has salido del trayecto objetivo, todo es sufrimiento y desasosiego. No puedes más, te dices, y sabes que puedes más. El alivio no te llega porque intuyes que la coyuntura doliente no cesará prontamente. Pensabas que serías feliz con bienes materiales, y ahora te das cuenta de que no: necesitas algo que no aciertas a determinar. El conflicto crece, y lo hace como la levadura, que en este caso no alimenta. Te diviso desde la distancia del que sabe lo que ocurre sin saber cómo intervenir. No soy ajeno a tu trance, que deja huellas sensibles y muestra una gran carencia de compañía. Eres una persona sencilla, clara, enternecida con el débil, presta a dar más que a recibir. Siempre fuiste muy altruista, y por eso se aprovecharon tanto de ti. Sé que lo sabes, y que no te importa. La vida solo se saborea una vez. Sin embargo, ese aceptar que las cosas son como son ha pasado de golpe, así, por las buenas, sin espera, sin proyección, sin sala de trámite. Te observas a ti misma y te dices que aguardas algo que no es lo que tienes. Te confiesas, en estos momentos, que buscas algo y que no defines lo que es, como le ocurría a un afamado grupo musical de los años ochenta. Me fastidia, me duele verte así, corazón y vida. Te mereces otra cosa. Bienvenida a este club sin comedia. Por favor, átate a la vida como sea, y espera a que pase el temporal. Nuestro entorno, recuérdalo, necesita gente como tú, y ten presente también que sois muy pocos. Cuídate.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)

No hay comentarios:
Publicar un comentario