martes, 24 de junio de 2008

Contra el mal

No siempre ponemos las medidas para frenar el mal. Según Burke, éste se expande cuando los hombres supuestamente buenos no hacen nada para extinguirlo. La cobardía está a la orden del día. Lo fácil es polemizar. Lo complicado, lo difícil, es afrontar nuestro destino con fortaleza y con convicción. Los conflictos están ahí, lo están en todo momento, pero debemos dialogar de manera que todo se pueda solventar por medios pacíficos. Leo cifras de escándalo. La Segunda Guerra Mundial, que cito porque acabo de refrescar los datos sobre este nefasto evento, causó 50 millones de muertos: de ellos, 23 millones fueros civiles. Hubo 7 millones de asesinatos (un tercio niños). Se acabó con la vida de 6 millones de judíos. Fue una tragedia para Europa y para toda la Humanidad. Podemos añadir las vergonzantes estampas de los campos de concentración, de las pruebas médicas en seres humanos, del fanatismo, de la persecución, de la destrucción de minorías como gitanos o testigos de Jehová... Hay que “mojarse”. Debemos ventilarnos. No hay que someterse. La desintoxicación es precisa para eliminar los malos productos que nos rompen las existencias. Debemos disolver los proyectos que sabemos desde el inicio que no convienen a nadie. Las escuelas se han de llenar de tolerancia, compartiendo, conociendo a los distintos, que todos lo somos. Debemos consultar y aprender dándonos cuenta de que es posible el error y, sobre todo, es factible la enmienda. La vida tiene muchas fases, con unas innumerables sintomatologías, y hemos de acompasarlas para el bien de la generalidad, del conjunto. Con responsabilidad todos podemos avanzar, si queremos. El día trae lo que buscamos. Predomina aquello en lo que creemos. Debemos mover ficha, contribuir a las brisas que nos hagan libres. Las victorias morales están bien, pero debemos dar un paso más. De lo contrario, caeremos en el abismo y nos hundiremos en la más profunda ignominia.

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