Mi solución

Lo sé, lo tengo claro: eres mi solución. Defiendes mis criterios y mis intereses. Haces caer los condicionantes que devoran los elementos nutritivos de la vida. Eres la imagen de mi actividad, de unos valores que superan con gratitud la densidad de un bosque que alberga todo tipo de ocasiones. El bienestar se aproxima. Me cuentas, y te escucho en una cita que confío en que sea eterna. Te hablo y me atiendes cubriendo mis anhelos, que ya no exigen sino que más bien se entregan a ti con niveles éticos. Me respetas y me vuelves tierno. Crecemos como personas con elevadas probabilidades de mejora. Concentras mucho poder. Representas unos consejos ideales y bellos. Delegas en mí, y yo en ti. Me convocas al punto de las propuestas dialogantes, y llegamos a un consenso. Mantenemos unos servicios de colaboración que nos colocan con bríos ante un cielo de estrellas. Nos damos cuenta, sí: somos importantes el uno para el otro, y tratamos de conservar esa visibilidad que nos salva espiritualmente la vida. Nos hacemos eco de una frescura que nos multiplica en facetas. Nos sorprendemos para evitar la rutina, y estudiamos fórmulas para ajustar mejores reciclajes. Tomamos partido. Ya no hay sospechas. Las cautelas se han marchado. Estamos donde queremos voluntariamente, con resolución de los compromisos adquiridos y regalados. Ya no hay posturas a medias. Estamos presentes incluso cuando no nos vemos. Nos inclinamos para estar en un mismo habitáculo virtual. Aunque no estemos abrazados en todo instante, será como si lo estuviésemos. Hemos cambiado el "chip", la actitud, y celebramos una situación que no deja ni ganador ni perdedor. Nos hemos instalado en la verdad del amor. Lo demás, como sabemos, es una mera intención que no nos determina. Eso se ha acabado, y estamos juntos, ahora sí, más juntos que antes, más que nunca. Solventas cualquier padecimiento y justificas los días con perfiles nada escépticos.