viernes, 20 de junio de 2008

No te quieres enterar

No tengo excusas. Sé que no he sido capaz de manifestarte mi amor. Lo has sentido fugazmente, como la hierba, y entiendo que ha perdurado tan poco que no has podido advertirlo. No lo has interiorizado. A pesar de que te falta olfato, estimo que has sabido lo que pasaba. Yo estaba por ti, y se conoce que tú también lo estabas por mí. No obstante, nunca el amor es suficiente para mantener y sustentar una relación. Todo se ha ido al traste. No era posible seguir así. No me has visto. No me has mirado con los ojos del corazón. Te he estado esperando largo tiempo. Seguramente no he dado con las claves para que pudiéramos engancharnos. Probablemente sabía cómo actuar, pero es normal que no quisiera fingir. Cuando viajo no me gusta emplear atuendos que no me sirven o que me disgustan. La satisfacción en los planos sentimentales ha de ser plena. Me habría encantado escuchar una canción, una melodía que me recordara a los tiempos mozos en que, sin ser del todo inocente, creía a pie juntillas en determinados aspectos. Ahora, para mi defenestración, padezco la realidad que pugna contra unos sentimientos que se han desmoronado. Desde el primer momento lo sabía, pero, pese a todo, he querido intentarlo. Mi idea es que, al final de mis días, nunca me pueda echar en cara que no traté de conseguir aquello que me convenía; y tú me convenías... Ha sido una pena, una pena grande que ahora me hinca sus dientes. Nada será igual sin ti. Siento un agujero en mi corazón, y sabe Dios que te echo de menos. Sin embargo, no puede ser. Me volveré pétreo para dominar este suceso. La inconveniencia mayor viene del hecho palpable de que esto podría haber funcionado. Has querido desconocerme. No has leído la letra pequeña. Solo has observado con la impertinencia del que cree que lo sabe todo. Te has decantado por otras personas, que se han mofado y aprovechado de ti. Tú entiendes que tienes derecho a equivocarte. Supongo que tienes razón: es tu libertad. Imagino que yo tampoco hice los deberes, para que pudieras opinar y opinaras de otro modo. En fin, que muy buenas y adiós. No tengo perdón, pero me perdonaré. Después de todo, no te has querido enterar.

No hay comentarios: