martes, 17 de junio de 2008
Sin capacidad
Perdemos la perspectiva, y la ilusión, y las ganas, y el pundonor para seguir como sea, y no quiero decir a cualquier precio. Nos quemamos la sangre, la piel y la ropa, y no precisamente por ese orden. Combatimos por lo superfluo, y nos alejamos de la simpatía de los años más mozos. No nos explicamos el porqué de esta locura en la que andamos todos. Quedamos mal, y no importa, ya nada importa. Miramos los sombríos mundos, y hacemos de ellos un escenario repetido para "mal-estar" de todos. La apatía crece por doquier, y nos lamentamos de la carencia de valentía. No hay cambios, no los habrá, no los puede haber en este estado de la cuestión. Reímos. Ya habrá tiempo de llorar. La corrupción de todo tipo nos hace vivir un espectáculo que ya quisiera para su inventiva Charles Dickens o nuestro paisano Arturo Pérez-Reverte. Las puertas nos colocan al final de una travesía, y, para colmo, apretamos el botón para acelerar la mejora, que no llega. Las tuberías revientan, la casa se inunda, y no parecemos saber qué hacer para detener tanto descalabro. Respondemos al clamor con demandas sin soluciones, y nos aprestamos a descifrar imposiciones que nos arrastran más y más. Desaparecemos y nos reventamos con pensamientos que viajan a la velocidad de la luz en busca de posibilidades y de ejemplos que no valen, que ya no sirven. Los medios de comunicación dan cuenta de posiciones, de ideas, de lecciones magistrales que no se emplean ni en los laboratorios, y nos enfadamos cuando reconocemos entre amigos que alguien se equivoca al perder dinero en la bolsa y no recuperarlo para el más necesitado. Las llamadas no cesan, pero no para explicar los motivos de una "pasión" que toca más a los más pobres. Es lo de siempre. Estamos rodeados de navajeros y de macarras que se alzan con sus niveles de delincuencia. Quemamos el parangón, si existe, si existió, y nos emborrachamos de pensamientos acomplejados. Estamos cerca. Las noches de incoherencia, como los días, nos roban los principios, y nos reímos por falta de agallas para seguir adelante. Las razones humanitarias no son piedra de toque, y la situación es dramática. No vemos ni con los aparatos más sofisticados. Decimos que hay un "as" en la manga, pero no hay ni carta, ni manga, ni camisa. Nos amedrentamos, y así nos va. Insistimos en soluciones, mas no tenemos valor para reconocer que nos falta preparación y fuerza. Estamos sin contestación, sin capacidad de respuesta.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario