Te miraré

No estoy molesto. Hoy no. No quiero subirme en otra ocasión al carro de las malas intenciones. Sugiero posiciones y posibilidades, y tú no crees en ninguna de ellas. Me rechazas después de muchas dudas y “titubeos”. No estoy para nadie, no puedo estarlo. El fracaso ha vuelto a tocar a mi ventana, y todo me suscita una alarma integral. No me hace ilusión lo que vivo; y no doy vueltas para confesarlo. El calor se ha adueñado de mi entorno, y no hay alivio que me pueda desarrollar alguna especie de talento, muerto de antemano en una situación como ésta, la que experimento hoy, que, como digo, no puede ser. Grito mi zozobra en el silencio de este punto de encuentro, de esta pequeña sección, perdida en los confines del universo virtual. Los enfrentamientos siguen. Los saludos se diluyen en un paraíso que pudo ser y no fue. Las impresiones nos olvidan en sitios rancios que nos “encorsetan” con bonitas impresiones que no dejan de ser “brindis al sol”. Los recuerdos nos preguntan por los colegios a los que fuimos, por las consolaciones que no llegaron a fraguar. Las entradas son posibilidades con intenciones que representan las sorpresas que nos llevan hasta el temor. Guardamos los tesoros, pero no sabemos verdaderamente dónde se hallan de tanta eficacia como tuvimos en su momento. Estamos emocionados y no despertamos. Nos importa, o quizá no. Las cegueras nos complican las vidas con ocurrencias que nos asaltan con métodos que nos eliminan del panorama, a veces tan triste. Montamos un espectáculo con cualquier cosa, y nos aplicamos en esfuerzos que no permiten acercarnos a donde querríamos. Aunque las espaldas no las tengo cubiertas, y, por otro lado, no me place lo que veo, hoy me voy a quedar quieto. No voy a asumir riesgos. Lo tremendo va a quedar en un segundo plano. Los ímpetus de otros no me fundirán para nada. Hoy no preguntaré, no daré respuestas, no diré hacia dónde voy, no iré a parte alguna, no haré daño ni al aire que respiro, no pondré puertas al campo… Hoy, amiga y amigo, solo miraré, te miraré.