martes, 17 de junio de 2008
Tu mirada sobre mí
Siento tu mirada sobre mí. Puede que me acuses de algo. Voy últimamente muy deprisa de un lado para otro. El trabajo me puede, y, como decía el poeta italiano, cansa y distancia. Presumo que sigues ahí, que has permanecido a pesar de los pesares. Supongo que es porque me quieres, porque me aprecias de alguna manera. “Soy tu despensa”, recuerdo que me repetías, y creo positivamente que tenías razón, pero, al mismo tiempo, también pensé que una relación, sea del género que sea, no se puede basar en un abastecimiento egoísta. Yo amaba tanto tu entusiasmo que nunca pretendí ser un explotador de tu infinita energía. Fue mejor que me marchara, y, como hace tanto tiempo, estimo que estoy en condiciones de hablar de ello. En estas sociedades nuestras de empeño, de hipotecas y de futuros que no vamos a vivir, nos hemos convertido en vendedores de espacios inexistentes, de imágenes no reales, de un humo que indica certeramente que hemos quemado los enseres básicos. Nos hemos transformado con el discurrir de los años. Ya no somos los adolescentes que se conocieron entre travesura y travesura mientras estudiaban a los griegos clásicos. La espontaneidad ha dado paso a otra cosa, y la dulce timidez de las primeras citas se ha muerto para otorgar la mano a una actitud más dueña de sí misma, por no llamarla más beligerante. No entiendo de muchas cosas, no soy capaz, quizá por mis limitaciones, pero sí presumo que el cambio, aunque necesario, no ha sido para mejor. Hemos disuelto, si es que las tuvimos, algunas virtudes, que ahora duermen el sueño de los justos, y, en este trámite, en ese tránsito, a menudo echo de menos lo que fuimos, y, a la postre, a ti, querida amiga mía, que tanto y tanto me enseñaste. La vida es una cuestión de fortaleza, de abrumadora entereza, y uno de vez en cuando se “emborracha” y, cuando despierta, ya no es el que fue. Lo que es peor es que sabe que nada será como antes. Vaya. En ocasiones, me despierto y no es que vea monstruos. Siento más bien el peso de tu mirada y de nuestro distanciamiento. Es un poco un fracaso que puede que se mude de escenario.
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