miércoles, 18 de junio de 2008

¡Bienvenida!

Te miro, te deseo, te espero, te siento entre mil poros de un recorrido ignoto. No cejo. De nuevo vivo el milagro de este cariño. Me abrumas con tu valentía, con tu fuerza vital que adelanta a los más rápidos e intrépidos. Eres única, y creo que algo sabes, aunque tu timidez y tu humildad te lleven a un escenario de callados. Acabo de renovar mis votos por ti. ¡Eres tan bonita! Siempre te he amado, a hurtadillas, como a escondidas, como con miedo, y he viajado con mi imaginación por millones de espacios que adquirían significación porque estabas tú a mi lado. ¡Me veía tan feliz! Era el hombre más afortunado del mundo, aunque fuera solo por unos instantes. Durante un tiempo te fuiste físicamente de mi vera. No te veía: ya no podía disfrutar ni tan siquiera de tu estampa alegre, divina, casi perfecta y preñada de sensaciones y de emociones. Me castigaste sin saberlo. Un buen día no supe de ti, y, aunque traté de seguirte la pista, no fue posible. Tampoco me esforcé. Para una persona como yo, que cree en el Azar, en la Diosa Fortuna, no es cuestión de perseguir, de buscar, sino de encontrar con un corazón a la escucha, que diría el Rey Salomón. Tengo un amigo que repite a menudo que “el tren siempre pasa dos veces”, y ha habido ocasiones en que le he creído. El mundo es redondo, y la vida un círculo, o varios... Las posibilidades en una existencia abierta son muchas, pero no siempre son las que queremos, cuando queremos y en el sitio o contexto deseado. Eso nos llena de zozobra. Sin embargo, he aquí que las cosas han cambiado para mejor, para saborear los buenos tiempos, para discernir el grano de la paja. Te he vuelto a encontrar. Supongo que durante un tiempo imaginé que te encontraba por ahí, y me hacía el loco, como disimulando, como dando a entender que todo había cambiado. Creo que no valgo para dar imagen de duro. Sin embargo, apenas hace unas horas que te he contemplado y los años de ausencia se han transformado en todo el amor que sentí por tu bondad y por tu cariño. Me place volverte a ver, sentir que hemos superado una etapa y que otra se cierne sobre nuestras vidas. La poesía ha vuelto a casa, y la poesía, amiga mía, hoy, hoy más que nunca, eres tú. ¡Bienvenida a mi vida!

No hay comentarios: