Reluces

No te perderé. Lucharé por mantenerte a toda costa. Hoy no te irás. No cejaré en el empeño de acabar el campo que tengo que arar. La jornada ha llegado a su punto. No acabaré como un solitario en mitad de una tormenta que “pilla” de pleno. Tiraré con fuerza. Supondré todo, pero haré más. No perderé el autobús y la renta que vienen de la experiencia. Eres mi gran oportunidad: me das comida las 24 horas del día. No me quiero preocupar. Te cuidaré. No subestimaré el atractivo que me regalas. No volveré al estado de antes. No tiraré la toalla jamás. Nos espera un gran futuro. Recogeremos una bola de cristal que nos proporcionará una opción con salsa y con una pizca de sal. He ganado: lo supe desde el primer instante en que te vi. Reconocí que tuve suerte. Mi respuesta fue tuya, y la tuya fue mía. Me salvaste. Me trasladaste con valor. La gratitud será una extensión de kilómetros. Te espero en cada rincón de mi cuerpo para rejuvenecer las actitudes. Hago lo que puedo. Me toca subir y bajar sin pretensiones de ninguna índole. Llevaré cuidado, mucho, más de lo que puedo formular en un breve escrito. Tomaré aliento. Me prepararé. La reserva me atará cabos. Me rodearé de suspicacias para animarme y para entusiasmarme como un pequeño niño que crece con olas que derriban todos los muros. No me pasa nada. Tengo ganas de cantar. Celebro las ideas que me hacen necesario. Me viene bien un cambio de aires. Las “cuñas” me alientan en el suelo vertebrado. Mis recientes actos me instruyen. Recupero el respeto a través de ti, que eres “enseña y semblanza”. Te pido que me quieras, y que seas en mí la persona que más buscas y que más busco. No espero una recomendación personal. Te debo mucho. Apruebo todas tus peticiones, y acepto que eres como eres. No me atrevo a decirte lo que te amo, pues me avergüenza pensar que no estoy a tu altura. Me paralizas con tus sonrisas, con tus ademanes alocados que beben de la energía no palpable. Reluces en este encuentro. Me presento: le echo mucho valor. Espero que pueda ser.