El día es tuyo, y la noche, y cualquier resquicio o segundo que compartimos. Yo me conformo con sentirlo, con saborearlo en un segundo plano.
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Tengo la suerte de conocerte, de experimentar con tus labios, que me sorprenden con el paso de un tiempo que se fuga porque sí para luego hallarlo de nuevo.
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Estamos en la primera línea, y quizá en esa segunda que nos aplica resoluciones útiles. Te empeñas con mis besos, y yo con los tuyos.
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Hemos ideado un momento insuperable y animador de lo que ha de venir después. La fortuna se ha fijado en nuestro mundo, que ya cierra filas en su autodefensa.
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