viernes, 29 de agosto de 2008
A mi maestro y amigo, siempre de la familia
A lo largo de la vida vamos dando con amigos, con gentes que nos quieren en diverso grado, incluso llegamos a admirar y a ser admirados en algunos grupos a los que pertenecemos. Nos sentimos reconfortados y seguros por tales circunstancias y situaciones. Como si estuviéramos consagrados a ritos de sangre, tenemos en casi todo momento a la familia, a esas personas que nos dieron su amor incondicional por pertenecer a un clan, a un apellido, a una ascendencia o descendencia. También experimentamos la paz de no estar solos gracias a ellos. De vez en cuando aparecen algunas personas, pocas, contadas, que, sin ser de la familia, sin clasificarlos únicamente de amigos, son una cosa y otra, y, sumando condiciones, son más que eso. Es lo que pienso de ti, estés donde estés, querido maestro. Te quiero y siempre te querré.
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