Existes hoy, quizá como ayer, más que nunca, porque hoy superas a la propia necesidad de existir. Sigo como si nada, como si nada parezco estar con danzas que no acierto a entender. Establecemos un diálogo silente, y pido el favor de un apoyo que no llega. Quizá no convenga tampoco. Hemos aprendido a estar. No habrá diferencias. Nos acostumbramos.
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Te echo de menos. Eres una suerte para mí. Has dirigido esos ojos a mis deseos, y estos crecen como la levadura ilusionada.
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Te apropias de mi ser, y yo me dejo llevar como un guerrero sin guerra, como un viento silencioso que acaba de entrar en la selva más ordenada del mundo. Te estructuras para regalarme tiempo, que es lo que necesito. Te llamas hoy, como ayer, felicidad.
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