No disimulo lo que pienso. Lo que sucede es que no digo todo. Los días grises se tornan amistosos entre pasatiempos que abundan con resortes y soluciones. Abarcamos pronósticos que nos reservan con el agua sanadora.
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Salimos a ver lo que sucede, y nos contamos tantas cosas que ya no sabemos qué narrar. Las bofetadas se han mudado de esquina, y ahora recibimos esos calambres del amor salvaje y fulguroso. Hemos tomado la aspirina del cariño.
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Nos cuidamos en este momento de sueños perfectos. Hemos procurado sentirnos como amantes que ganan la partida a las circunstancias de la vida, y espero que así sea.
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Te escribo que te espero, y es verdad. Nos damos un poco de sentimiento. Las vueltas de las ruedas que nos convencen en esta comunión no siempre nos llevan a la velocidad adecuada. Hablamos mucho, pero no llegamos al punto más elemental.
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