Miro a esa mujer a la que tanto quiero, y me guardo el secreto. No tenemos ni tiempo ni espacio para amarnos. Estamos en un estado de imposibilidad permanente.
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Nos influimos mucho, no creo que demasiado, y nos llamamos por nuestro nombre, casi confundido.
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Atravesamos ríos y desiertos ácidos de camino hacia esa verdad que tú supones y que yo suplico.
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Nos hemos creído este destino bendito, y ahora debemos ejecutarlo, hacerlo realidad sin prisa, calmadamente.
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