Me enfado por llegar a ti, pero no debo. Soy quien soy, casi un punto en el desierto, en un océano demoledor que me rompe el corazón que no quisiste conocer. Te crees con las razones porque es verdad que eres más inteligente que yo, pero no debes olvidar que el amor no conoce de letras sino de experiencias.
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Busco tus respuestas con caricias que me abandonan ante tremendas desdichas que predican con verdades a medias.
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No tengo por qué soportar este estado de ánimo al que tú contribuyes. Llamo y soy con complejos: pienso que no estoy a tu altura.
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