Me has atravesado de lado a lado con virtudes imposibles. Me engañaste. Intento pensar que me da igual el motivo. Estoy muerto, quizá medio vivo, empeorado en mi afán, doblado por la mitad. Me has convencido.
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Disimulo lo que puedo, y demuestro mi destreza con unas imposiciones que me dirigen la mirada hacia la voluntad suprema. Pago por adelantado en unas penumbras que me devoran mientras pido una emoción real.
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No controlo tus movimientos, y ni siquiera lo intento. No soy el que fui, si es que fui algún día. Me voy de paseo hacia la nada que me emborracha.
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Me coloco en sanas posiciones que se postulan como insultos poco gratificantes.
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