Superamos las barreras con gustos supremos que nos alcanzan con elementos de pura voracidad. Hablamos y nos contamos nuestras cosas con una naturalidad que me permite ser más idóneo para una relación que alcanzará las cotas que nos propongamos. Ya veremos.
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Parlamentamos con intereses variados y nos contamos que todo vale la pena. Nos permitimos ser combatientes, pero no aceptamos el caer en la fatiga. Nos colocamos en el punto ideal para servir de manera ferviente. Estamos hechos el uno para el otro.
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No vamos a contarnos cosas intrigantes o estúpidas: somos muy mayores para eso. Me regalas tu amor, y somos eternos en el Olimpo.
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Te muestro mis manos, y me veo en ellas. Te enseño mis ojos, y nos observamos los dos. Te acaricio con todos los poros de mi cuerpo, y somos uno en la entrega de balances.
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