Me voy a esconder de ti, de tus fingimientos, de esos retos pendientes que no ofrecen futuro. Apuntas a lugares que no permiten la integración y volvemos a hablar de la nada. Has colocado la valla más alta, y no nos conseguimos. Hemos desplazado el amor, y ya no intentamos querernos.
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Las horas pasan con una gran amargura. Los remordimientos se estiran, y el recuerdo nos afea en este destierro consentido que no da pie, que no controla, que no enmienda la situación en la que nos hallamos. Nos falta cohesión.
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Las atribuciones rompen los equilibrios y los espíritus que podrían haber impuesto un modelo de vida.
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