Reclamas una atención
que te hace merecedora
de todo mi ser.
No sé si podré dártelo,
pero sí te digo, amor,
que lo intentaré.
Recurres a mí,
y yo a ti, cielo,
y soy en todo
lo que tiene un punto
de inflexión
con el que unir
lo que es destreza y realeza
casi al mismo tiempo.
Perdona mis errores,
que solo buscan
la fecundidad de tu fe,
que se multiplicará
con tu cariño.
Suelta las amarras
del barco nodriza
que construimos los dos.
Partamos hacia ese hogar
que estará donde anidemos
los frutos de la pasión.
Mírame como tú sabes,
y calla:
dejemos que hable
el corazón partido.
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