Te escucho con conceptos que nos aligeran los equipajes.
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Nos guardamos de pugnas y de hermosuras. Cuestionamos todo; y de todo nada sabemos.
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No mantenemos los mensajes con la suficiente coherencia. El estado de la cuestión nos expresa voluntades que representan necesidades medio denostadas. Nos situamos en la lógica, y eso no siempre es productivo.
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Demostramos un diálogo que aspira sin vacilación a algo más.
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