Me pides lo imposible y me haces volver con la música de la negación. Nos asombramos de y por la falta de caricias, de y por la falta de poder de convicción, y nos proponemos una nueva vuelta de tuerca. Las maravillas son las justas.
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Mendigo tu mirada, tu tesón, tu voluntad, tus mejorías, tus insistencias salvadoras, tus posibilidades de entender que todo es interesante si lo adornamos bien, si lo presentamos convenientemente. No me hagas arrastrarme.
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Nos asustamos por el método que nos introduce en la voluntad más negada. No podemos enfadarnos y no podemos proponernos que todo vaya mejor. Las cosas son como son. No obstante, debemos disponer lo humanamente posible.
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Me entretienes, y te entretengo, pero no nos convencemos. La historia es demasiado cíclica.
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