Vivo extasiado, entre virtualidades que me prometen estar y ser con unas consecuencias que admiran y que detectan todo lo que somos, lo que seremos, lo que podremos incluso. Me presento con una conformidad que me impone un respeto desde el señorío que me resuelve algunos problemas, no todos; y luego vuelvo, y digo, e imploro una nueva moral, la mía, la tuya, la de todos. Me convenzo de que es, de que podrá ser; y me vuelvo con la música entre elementos que me ganan la batalla con el coraje suficiente como para ser felices. Lo digo de verdad, y de verdad vuelvo.
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No te veo, no te digo, no me complico la vida con las sensaciones que me rompen en cientos de pedazos que alcanzan un grado de combustión que me destruyen completamente. Dibujo la posibilidad, y luego soy.
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