Vuelves como si nada hubiera pasado, y crees que he olvidado. Sí, en parte tienes razón: no vivo con ningún resquemor, no tengo recuerdos que me torturen, o que me instalen en el desequilibrio, ya no tengo rencor. Pese a ello, reconoce conmigo que no sería muy inteligente que no tuviera en cuenta lo que me has hecho. Algo sucedió, y ahí ha quedado.
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Me desmantelas con una intensidad loca, y me divides en secciones hostiles que me propinan golpes que me dejan seco. Has desmenuzado mi naturalidad, y ya vivo como si no fuera yo mismo. La culpa es mutua.
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No es fácil seguir con la cantidad de cuestiones que no hemos afrontado.
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