Me has propinado una paliza sin tocarme, y ése quizá ha sido el problema. Me has llamado la atención con invenciones que me hacen liderar un camino de perseguidos y de cansados. No damos crédito a esos ojos que nos alimentan con el paso de un tiempo alucinante.
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Hemos comprendido que merece la pena fugaz con prisas que nos alteran hasta que decimos que vale ya, que todo es un limón si no sabemos endulzarlo.
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Nos cansamos de la espera, de la ida sin movernos un instante, de la ubicación que nos descolocó, de las vueltas que nos marean del todo, de ese retorno a empezar que me rompe por cientos de sitios que no quiero ni mencionar.
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No estás contenta, y, aunque no acierto el porqué, te entiendo: creo que estás hastiada de no llegar a donde no has pensado.
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Repasamos las experiencias y nos decimos que el amor nos podrá en cualquier momento. No damos con las soluciones más importantes, porque no sabemos lo que es fundamental.
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